“Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia”
S. Mateo 3:17
Muchas veces escuchamos que la soltería es nuestro campo de preparación para el matrimonio, y para algunas, ese pensamiento las vuelve locas ya que lo sienten como una carrera que hay que terminar lo más pronto posible.
En cambio otras realmente disfrutan la soltería sin ningún compromiso, enfocándose únicamente en sus metas.
Sin embargo, en todo debe de haber un balance. Puedes disfrutar de tu soltería y enfocarte en tus metas a la vez que te preparas para el matrimonio, sin olvidar que parte de nuestro propósito en esta tierra es vivir una soltería que le agrade a Dios.
Mientras estamos en la soltería hay que buscar la manera de que nuestra vida tenga el propósito para el cual fuimos creadas, mismo que va más allá de cuántos diplomas podamos obtener o de cuánto dinero podamos generar, e incluso va más allá de nuestros propios deseos.
Recuerda que desde que aceptamos a Jesús como nuestro salvador y Señor, nuestra vida deja de pertenecernos al cien por ciento y como creyentes uno de nuestros anhelos más grandes es servirle.
Una soltería que agrada a Dios es aquella que busca su voluntad, dirección y propósito. Es aquella que respeta su cuerpo y los tiempos, para no entregarlo antes, la que une su corazón con el del padre y entiende su latir.
Es aquella que busca la voz de Dios primero que la del mundo; la que sirve y construye para Dios y para el prójimo. así como aquella que entiende que el temor a Dios es reverencia y amor, y no terror.
Por último, es aquella que se apasiona día a día por agradar a Dios, que ama la santidad y la respeta, pero, sobre todo, que entiende que ser soltera no significa tener luz verde para todo porque no hay un compromiso con alguien, sino todo lo contrario, es aquella que sabe que su principal compromiso está con el Señor y aunque esté esa luz no significa que todo le conviene.
Si nuestro primer deseo y anhelo es agradar a Dios y seguir su voluntad, todo lo demás se irá añadiendo a nuestra vida con el fin de ayudarnos a un destino con propósito y finalmente escuchar “esta es mi hija amada, en quien tengo complacencia”. (Mateo 3:17)
Holy singleness
“And a voice from heaven said, ‘This is my Son, whom I love; with him I am well pleased’.”
S. Matthew 3:17
Many times we hear that singleness is our field of preparation for marriage, and for some, that thought drives them crazy because they feel like a race to finish as soon as possible.
Others, on the other hand, really enjoy being single without any commitment, focusing only on their goals.
However, in everything there must be a balance. You can enjoy your singleness and focus on your goals while preparing for marriage, without forgetting that part of our purpose on this earth is to live a singleness that pleases God.
While we are single we must find a way for our life to have the purpose for which we were created, which goes beyond how many diplomas we can get or how much money we can generate, and even goes beyond our own desires.
Remember that from the moment we accept Jesus as our Savior and Lord, our life ceases to belong to us one hundred percent and as believers one of our greatest desires is to serve Him.
A singleness that pleases God is one that seeks His will, direction and purpose. It’s one that respects the body and times, so as not to give it away before, one that unites its heart with its father’s and understands his heartbeat.
Is the one who seeks the God’s voice before the voice of the world; the one who serves and builds for God and for its neighbor, as well as the one who understands that the fear of God is reverence and love, and not terror.
Finally, is the one who is passionate day by day to please God, who loves holiness and respects it, but, above all, who understands that being single doesn’t mean having the green light for everything because there is no commitment to someone, but quite the contrary, is the one who knows that the main commitment is with the Lord and even if is that light, doesn’t mean that everything suits her.
If our first desire and longing is to please God and follow His will, everything else will be added to our life in order to help us to a purposeful destiny and finally hear “this is my beloved daughter, in whom I am well pleased”. (Matthew 3:17)