Con alegría y gozo celebremos junto a nuestros seres amados la gracia y misericordia de Dios hacia nosotros
Actualmente, cuando escuchamos la palabra Navidad, vienen a nuestra mente un sinnúmero de pensamientos, ideas y hasta aromas.
Sin embargo, el consumismo ha permeado nuestra cultura y al acercarse esta temporada fácilmente podemos vernos envueltas en diversas prácticas que nada tienen que ver con la celebración.
Intentamos encajar en nuestra sociedad y olvidamos la verdad de esta fecha, minimizándola a sólo un momento, el de compartir un regalo.
La historia
Navidad es una festividad que tomó su nombre hasta la Edad Media. Fue hasta la primera parte del siglo IV, que los cristianos de Roma comenzaron a celebrar el nacimiento de Cristo, una práctica que se extendió rápidamente en el mundo para con ella proclamar la encarnación de Dios.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él, no se pierda, más tenga vida eterna”. -Juan 3:16.
Este es uno de los pasajes bíblicos más conocido alrededor del mundo que puede ilustrar perfectamente el propósito del milagro sucedido en Belén de Judea cuando la segunda persona de la Trinidad, Jesucristo, se encarnó sobrenaturalmente en el seno de una virgen, piadosa y joven mujer, María.
Su concepción fue un suceso único como lo explica Isaías 7:14, un hecho que era necesario que ocurriera para que el plan de reconciliación entre Dios y los seres humanos pudiera llevarse a cabo.
La grandeza de ese nacimiento milagroso no culminó en ese momento, sino que 33 años después, ese pequeño bebé nacido en un establo derramaría su sangre preciosa en la Cruz del Calvario para de esa manera ofrecerse en sacrificio por nuestros pecados y darnos acceso al reino celestial y a la vida eterna.
De manera que cuando nos disponemos a celebrar la Navidad sin duda estamos celebrando que Jesucristo, el hijo de Dios, vino a esta tierra y es quien lo une con el hombre y proporciona salvación como resultado de esa unión. Sin duda es un verdadero milagro.
Christmas, more than a moment, a miracle
With joy and happiness, let us celebrate with our loved ones the grace and mercy of God towards us.
Nowadays, when we hear the word Christmas, countless thoughts, ideas and even aromas come to mind.
However, consumerism has permeated our culture and as this season approaches, we can easily find ourselves involved in various practices that have nothing to do with the celebration.
We try to fit into our society and forget the truth of this date, minimizing it to just a moment, that of sharing a gift.
History
Christmas is a holiday that took its name from the Middle Ages. It was not until the first part of the 4th century that Christians in Rome began to celebrate the birth of Christ, a practice that spread rapidly throughout the world to proclaim the incarnation of God.
“For God so loved the world that he gave his only begotten Son, that whoever believes in him should not perish but have eternal life.” -John 3:16.
This is one of the most well-known biblical passages around the world that can perfectly illustrate the purpose of the miracle that happened in Bethlehem of Judea when the second person of the Trinity, Jesus Christ, was supernaturally incarnated in the womb of a virgin, pious and young woman, Mary.
His conception was a unique event as explained in Isaiah 7:14, an event that needed to happen so that the plan of reconciliation between God and human beings could be carried out.
The greatness of that miraculous birth did not end at that moment, but 33 years later, that little baby born in a stable would shed his precious blood on the Cross of Calvary to offer himself as a sacrifice for our sins and give us access to the heavenly kingdom and eternal life.
So, when we prepare to celebrate Christmas, we are undoubtedly celebrating that Jesus Christ, the son of God, came to this earth and is the one who unites God with man and provides salvation as a result of that union. It is certainly a true miracle.