Para lograr una relación sana, debemos seguir las instrucciones que el Señor nos ha indicado a través de su palabra
Las ideas comunes acerca del matrimonio están más influidas por las costumbres y tradiciones terrenales que por las instrucciones que da la palabra de Dios, pero si éstas últimas se ignoran o pasan por alto habrá mucho desorden en la relación, lo cual no sólo afecta a los cónyuges, sino también a los hijos.
En el primer párrafo de esta redacción encontramos que hay un orden que marca el Señor para la relación instituida por él, quien nos habla de principios eternos, como por ejemplo que el hombre tiene por cabeza a Cristo y la mujer debe estar sujeta a su esposo, no por obligación sino por obediencia.
Sabiendo que el Señor dirige el matrimonio, la siguiente instrucción es que ambos deben aprender a someterse uno al otro, lo que significa que no todo lo sabe uno solo, sino que hay que compartir las habilidades y dones espirituales para aportar a la relación riqueza espiritual, es decir, sí, somos iguales ante el Señor.
Gálatas 3:28 nos habla acerca de la valoración. Dios dice que valemos lo mismo, uno y otro, así que debe quedar fuera de la relación toda rivalidad, competencia y comparación, si queremos que ésta sea sana hemos de seguir las instrucciones del “diseñador divino”.
“Estén sujetos los unos a los otros, por reverencia a Cristo. 22 Las esposas deben estar sujetas a sus esposos como al Señor. 23 Porque el esposo es cabeza de la esposa, como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo; y él es también su Salvador”
Efesios 5:21-23
Marriage Hierarchy or equality?
To achieve a healthy relationship, we must follow the Lord’s instructions through his word.
Common ideas about marriage are more influenced by earthly customs and traditions than by the instructions given by the word of God. Still, if the latter are ignored or overlooked, the relationship will have much disorder, affecting the spouses and the children.
In the first paragraph, we find that there is an order that the Lord marks for the relationship instituted by him, who speaks to us of eternal principles, for example, that the man has Christ as head and the woman should be subject to her husband, not by obligation but by obedience.
Knowing that the Lord directs the marriage, the next instruction is that both must learn to submit to each other. That means that not everything is known only by one, but we must share the skills and spiritual gifts to bring spiritual wealth to the relationship; that is, yes, we are equal before the Lord.
Galatians 3:28 tells us about valuation. God says that we are worth the same, one and the other, so all rivalry, competition and comparison must be left out of the relationship; if we want it to be healthy, we must follow the instructions of the “divine designer.”
“Be subject to one another, out of reverence for Christ. 22 Wives are to be subject to their husbands as to the Lord. 23 For the husband is the head of the wife, as Christ is the head of the church, which is his body; and he is also her Savior.”
Ephesians 5:21-23