Teniendo como sello particular el arte, la activista ha dejado huella por casi tres décadas en la defensoría de los derechos de la mujer y las niñas
Activista, feminista y defensora de las mujeres y las niñas desde hace 26 años, así como fundadora de Cultiva: Arte, Comunidad y Equidad A. C., que tiene como objetivo dar oportunidades de superación a personas en situación de vulnerabilidad, es como presenta Visionarias a Verónica Corchado, juarense distinguida e inspiración para quienes buscan una nueva perspectiva de la vida.
Corchado Espinoza ha dedicado su tiempo y esfuerzo a, desde su trinchera, velar por la seguridad de las mujeres y el resto de la sociedad fronteriza, está a favor de la cultura, la no violencia y la paz, para lo cual trabaja con otras organizaciones que le ayuden a cumplir el cometido.
“Eh estado siempre observando cómo se mueve el tema de la violencia en los diferentes espacios”, nos comenta quien en el suroriente de Juárez es un rostro conocido a través del espacio ecológico de adobe llamado La Promesa, un proyecto cultural en colaboración con la artista internacional mexicana, Teresa Margolles, donde se hace arte y se trabaja con mujeres víctimas de abuso en cualquiera de sus versiones.
En La Promesa también tienen espacio los menores, quienes con talento y creatividad elaboran arte, mismo que tras ser expuesto les da la inspiración para no caer en las garras de la violencia y buscar un mejor futuro.
Pero el trabajo de Verónica va más allá de buscar y generar sus propios recursos, ella junto a un grupo de colectivos se encarga de atraer presupuestos y oportunidades para otros que también quieren poner su granito de arena y generar mejores condiciones para los menos afortunados.
Corchado asegura que trabajar por otras personas para mejorar su calidad de vida es lo suyo.
Servició público
El trabajo destacado de esta visionaria, así como la experiencia acumulada, el apoyo de organizaciones y académicas, además del alcalde de ese momento, Armando Cabada, llevó a Verónica a ser la primera directora del Instituto Municipal de la Mujer, donde gestionó una estrategia integral de prevención y atención de la violencia, que a su vez concretó la construcción del edificio morado en el Centro Histórico de Ciudad Juárez, una red de baños públicos, y articuló las dependencias para empujar un corredor seguro para las mujeres.
“Por primera vez en la historia después de tener muchos años de gestionar un espacio de atención por nosotras (activistas), se hizo la gestión a través de un proyecto multinivel para crear una especie de estrategia de prevención en el Centro de la ciudad con una infraestructura, la primera infraestructura que debería ser una pena para nosotras… La primera infraestructura de atención después de cientos de víctimas de feminicidio”, menciona para quien parte de su trabajo es convencer a las personas agredidas de denunciar, un acto que en su mayoría resulta difícil.
“Al final del día, si logramos que una mujer que padece violencia hoy, y ahorita funciona el 911 de manera adecuada y la podemos referenciar a la Fiscalía, se genera su expediente, se le asigna un ministerio público, se le conduce cómo generar su denuncia y hay un seguimiento, esa mujer se siente defendida, va a creer en las instituciones”, afirma.
Precisamente, parte de su trabajo, asegura, también es que las personas crean en las autoridades, reivindicar el servicio público, así como poner atención y prevenir la violencia dentro de las familias, lo cual le llena de orgullo y emoción, sentimientos que espera replicar cuando las siguientes generaciones superen en conocimiento y práctica lo que ella en años a trabajado en beneficio de la comunidad.
“Si no somos capaces de defender a las niñas y los niños no somos capaces de nada”
Veronica Corchado
With art as her distinctive hallmark, this activist has made a mark for nearly three decades defending the rights of women and girls.
Activist, feminist, and advocate for women and girls for 26 years, Veronica Corchado is also the founder of Cultiva: Arte, Comunidad y Equidad A.C., an organization aimed at offering opportunities for people in vulnerable situations to overcome adversity. Visionarias introduces Corchado, a distinguished native of Ciudad Juarez and an inspiration to those seeking a new perspective on life.
Corchado Espinoza has dedicated her time and energy to safeguarding women and the broader border community from her own front lines. She stands for culture, non-violence, and peace, and works with other organizations that support these goals.
“I’ve always observed how the issue of violence moves through different spaces,” she tells us. In the southeastern part of Juarez, she is a well-known face through La Promesa, an adobe ecological space. This cultural project, in collaboration with internationally renowned Mexican artist Teresa Margolles, uses art to work with women who have experienced abuse in any form.
La Promesa also welcomes children, who channel their creativity and talent into art—art that, once exhibited, inspires them to resist the pull of violence and strive for a better future.
But Veronica’s work goes beyond creating and managing her own resources. Together with a collective of organizations, she brings in funding and opportunities for others who want to contribute and improve conditions for the less fortunate.
Corchado believes that working to improve other people’s lives is her true calling.
Public Service
Veronica’s outstanding work, along with her accumulated experience, the support of academic institutions and organizations, and the backing of then-mayor Armando Cabada, led her to become the first director of the Municipal Institute for Women. There, she developed a comprehensive strategy for violence prevention and victim care, which led to the construction of the iconic Purple Building in the historic center of Ciudad Juarez, a network of public restrooms, and the coordination of various agencies to establish a safe corridor for women.
“For the first time in history—after many years of advocating for a care space by us activists—a multi-level project was carried out to create a kind of prevention strategy in the city center with infrastructure. The first infrastructure—though it should be a source of shame for us—of its kind for care, after hundreds of victims of femicide,” she remarks.
Part of her work involves encouraging survivors to report abuse, something that is often difficult to do.
“At the end of the day, if we manage to support just one woman suffering violence, and 911 functions properly, and we can refer her to the prosecutor’s office, her case is filed, a public prosecutor is assigned, she is guided on how to file a report, and there is follow-up—that woman will feel defended. She’ll believe in the institutions,” she says.
Indeed, she adds, part of her mission is to restore people’s trust in public authorities, to reclaim public service, and to focus on preventing violence within families. These are sources of pride and emotion for her—feelings she hopes to see reflected in future generations, as they surpass her in knowledge and action for the benefit of the community.
“If we are not capable of defending girls and boys, we are not capable of anything.”