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Las finanzas dentro del matrimonio

“Y el Señor Dios dijo: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea”

Génesis 2:18}

Por: Cambio de Cultura

Casi el ochenta por ciento de las parejas divorciadas que tienen entre 20 y 30 años afirman que los problemas financieros fueron la causa principal de su divorcio. Esta cifra está por encima de las de adulterio y abuso combinados.

El índice de suicidios está subiendo a la par de las deudas personales. Aún algunas personas muy consagradas están encarando problemas económicos graves por el uso del crédito, más allá de los límites razonables. Estamos viviendo justamente los efectos de vivir en una sociedad materialista y consumista.

El esposo y la esposa deben entender que ambos enfrentarán las consecuencias de una decisión financiera que se tome, por esto deben estar de acuerdo como se manejarán las finanzas en su matrimonio. Si la pareja está de acuerdo, aunque una decisión resulte mala, su relación permanecerá intacta. No habrá fundamento para que luego alguien diga, “¡Te lo dije!”

Todo el dinero que entra a la familia debería ir a un “pozo común”. De este “pozo común” deberían salir todos los gastos. Es increíble que muchas parejas comparten la intimidad, pero no las finanzas. Cada uno de nosotros tiene conocimiento y experiencia limitada; necesitamos de otros que, con su trasfondo particular, dones y capacidades, nos lleven a considerar perspectivas que nos ayuden a tomar mejores decisiones.

Las mujeres tienden a tener el don de ser tremendamente sensibles a la voluntad de Dios y a tener una naturaleza intuitiva en su relación con Jesucristo que regularmente es muy precisa y acertada.

Los hombres tienden a enfocarse en los hechos y en los objetivos. El esposo y la esposa se necesitan mutuamente para lograr el balance apropiado para una decisión correcta. El Señor también honra la “función” o “posición” de la esposa como ayuda idónea del esposo. Muchas veces el Señor se comunica más claramente con el esposo a través de la esposa.

Dios es el proveedor, no mi trabajo, mi inteligencia, ni mis estudios. Necesitamos dejar de creer que el que lleva el dinero a la casa es el “proveedores del hogar”. Debemos aprender a pensar como administradores, si no, nunca vamos a poder disfrutar de una verdadera sanidad financiera.

La forma en la que diseñamos el manejo económico de la familia afectará la paz y armonía del hogar. Si decimos “Este es mi dinero y ese es tu dinero”, “Con mi dinero hacemos esto y aquello y con tu dinero pagamos lo otro…”, estamos en una violación directa al diseño de Dios para la pareja.

Deberíamos decir: “Este es el dinero de Dios y nosotros se lo administramos juntos”.

En el matrimonio, la primera persona a la que debemos consultar es a su cónyuge. Cuando buscamos el consejo y acuerdo de nuestro cónyuge, en realidad le estamos diciendo, “te amo, te respeto, tu opinión es valiosa para mí”

Nuestros cónyuges son nuestros asesores económicos más importantes. Cuando se casaron con nosotros se la jugaron de por vida. Son las primeras personas que quieren que nos vaya bien, pues nuestras decisiones económicas les afectará para bien o para mal.

En Eclesiastés 4:9-12, Salomón describe los beneficios que trae depender unos de otros. “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; más, ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto”

Finances within marriage

“Then the Lord God said, “It is not good that the man should be alone; I will make him a helper fit for[a] him.”

Genesis 2:18

By: Cambio de Cultura

Nearly eighty percent of divorced couples in their 20s and 30s report that financial problems were the primary cause of their divorce. This figure is above those for adultery and abuse combined.

Suicide rates are rising along with personal debt. Even some very consecrated people are facing serious financial problems due to the use of credit beyond reasonable limits. We are experiencing the effects of living in a materialistic and consumerist society.

The husband and wife must understand that both will face the consequences of a financial decision that is made, so they must agree on how the finances will be handled in their marriage. If the couple agrees, even if a decision turns out to be a bad one, their relationship will remain intact. There will be no basis for someone to later say, “I told you so!”

All money that comes into the family should go into a “common pot.” Out of this “common pot” should come all expenses. It is amazing that many couples share intimacy, but not finances. Each of us has limited knowledge and experience; we need others who, with their particular background, gifts and abilities, lead us to consider perspectives that help us make better decisions.

Women tend to have the gift of being tremendously sensitive to God’s will and to have an intuitive nature in their relationship with Jesus Christ that is often very accurate and precise. Men tend to focus on facts and objectives. Husband and wife need each other to achieve the proper balance for a right decision. The Lord also honors the wife’s “function” or “position” as the husband’s helper. Many times the Lord communicates more clearly with the husband through the wife.

God is the provider, not my work, my intelligence, or my studies.  We need to stop believing that the one who brings the money into the house is the “provider of the household”.  We must learn to think like stewards, otherwise we will never be able to enjoy true financial health.

The way we design the family financial management will affect the home peace and harmony. If we say “This is my money and that is your money.” “With my money we do this and that, and with your money we pay for the other…”  We are in direct violation of God’s design for the couple.  We should say, “This is God’s money and we manage it together.”

In marriage, the first person we should consult is your spouse. When we seek our spouse’s advice and agreement, we are actually saying, “I love you. I respect you. Your opinion is valuable to me.”

Our spouses are our most important financial advisors. When they married us they took a gamble for life. They are the first people who want us to do well, because our financial decisions will affect them for better or worse.

In Ecclesiastes 4:9-12, Solomon describes the benefits of depending on one another. “Two are better than one, because they have a good return for their labor: If either of them falls down, one can help the other up. But pity anyone who falls and has no one to help them up. Also, if two lie down together, they will keep warm. But how can one keep warm alone? Though one may be overpowered, two can defend themselves. A cord of three strands is not quickly broken.”

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