Según el filósofo griego Platón, la fortaleza es la tercera virtud cardinal (prudencia, justicia, fortaleza y templanza) que trata de vencer y eludir la temeridad, mientras que nosotros la conocemos como vigor, firmeza y resistencia.
No todos los seres humanos desarrollan esta virtud, pero quienes sí, demuestran firmeza en las dificultades que se van presentando a lo largo de la vida, manteniendo la constancia por buscar el bien.
Un ejemplo universal de fortaleza es Jesucristo y esa inyección espiritual que transmitió a sus discípulos, los cuales estuvieron dispuestos a ofrendar su vida, algunos con muertes espantosas, temerosos, pero fortalecidos con ese don espiritual que aprendieron del hijo de Dios.
La fortaleza permite afrontar los problemas con valentía sin dejar a un lado la razón.
Las fortalezas y debilidades refieren cualidades positivas que, a pesar de ser polos opuestos, caracterizan a una persona; ambas se unifican y crean otras fortalezas que pueden constituir oportunidades para alcanzar objetivos personales, humanos, espirituales, laborales o académicos.
El Señor Jesús le dijo al apóstol Pablo: “tu debilidad se fortalece en mi poder”. Para que una cualidad sea considerada fortalezatiene que ser un rasgo dominante en la persona, ser valorada como algo especial en una cultura y tener un opuesto indeseado.
Ese opuesto es lo que llamamos debilidad, que, a la inversa de las fortalezas, aparentemente, son defectos rechazados por una cultura, es decir, son rasgos indeseables.
La verdadera fortaleza es ser fuerte sin importar la situación o circunstancia. En ocasiones el ser humano se siente débil e incapaz, se cansa de pretender ser fuerte. Cualquiera que sea la situación, ten por seguro que el deseo de ser fuerte está alineado con lo que Dios quiere para la humanidad. La Biblia enseña que la fortaleza comienza al creer en Jesucristo y una vez que esto sucede, él llena al creyente de su fuerza, experimentada a través del poder del Espíritu Santo.
The true strength
According to the Greek philosopher Plato, the stronghold is the third cardinal virtue (prudence, justice, stronghold and temperance) that tries to overcome and avoid recklessness. At the same time, we know it as vigor, firmness and endurance.
Not all human beings develop this virtue, but those who do, demonstrate firmness in the difficulties that arise throughout life maintain the constancy to seek the good.
A universal example of fortitude is Jesus Christ and that spiritual injection that he transmitted to his disciples, who were willing to offer their lives, some with frightful deaths, fearful, but strengthened with that spiritual gift that they learned from the son of God.
Fortitude allows us to face problems with courage without leaving reason aside.
Strengths and weaknesses refer to positive qualities that, despite being opposites, characterize a person; both unify and create other strengths that can constitute opportunities to achieve personal, human, spiritual, work or academic objectives.
The Lord Jesus said to the Apostle Paul: “my power strengthens your weakness.” For quality to be considered as a strength, it has to be a dominant trait in a person, be valued as something special in a culture and have an undesirable opposite.
That opposite is what we call weakness, which, unlike strengths, are defects rejected by a culture; they are undesirable traits.
True strength is being strong regardless of the situation or circumstance. Sometimes human beings feel weak and incapable; they get tired of pretending to be strong. Whatever the situation, rest assured that the desire to be strong is aligned with what God wants for humanity. The Bible teaches that strength begins with believing in Jesus Christ, and once this happens, he fills the believer with his strength, experienced through the power of the Holy Spirit.