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La mujer virtuosa

Mantener un deseo de crecimiento y mejoramiento sin perder de vista nuestros ideales nos llevará a alcanzar las virtudes deseadas por Dios

El poderoso efecto que una persona virtuosa causa en los demás, es la mayor evidencia de que la excelencia moral es impulsora de acciones rectas y dignas.

En el libro de Proverbios, capítulo 31, versículos del 10 al 31, es descrita una mujer que representa el bien, la verdad, la justicia, la sabiduría, la prudencia, la belleza, la templanza, la fidelidad y la bondad, entre otras virtudes, mismas que logran ser de gran influencia en su entorno familiar para construir paz, armonía, prosperidad y estabilidad en su hogar.

“Mujer virtuosa, ¿Quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”, leemos al principio del pasaje bíblico, revelándonos que todas poseemos en potencia tales virtudes y la capacidad para llevar nuestros valores a su punto máximo de perfección.

Estar dispuestas a ello, conscientes de lo que anhelamos, manteniendo un deseo permanente de crecimiento y mejoramiento sin perder de vista nuestros ideales, nos llevará sin duda a alcanzar las virtudes de aquella que fue llamada bienaventurada.

Eso se logra con la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas, sin el cual nada es posible y quien aporta la esencia divina que nos capacita y nos transforma de una manera delicada pero evidente, con la voluntad de Dios quien al escogernos nos dota de todos los elementos necesarios para ser plenamente transformadas a su semejanza y con nuestro esfuerzo humano, que, aunque modesto e imperfecto, ya tiene la impronta celestial desde nuestro nuevo nacimiento.

Porque no basta con “hacer el bien” como lo señala este pasaje, las virtudes sobrepasan todas las obras de esfuerzo personal. Las virtudes son, como lo señala la santa escritura, las verdaderas bendiciones y la manifestación de Cristo.

The virtuous woman

Maintaining a desire for growth and improvement without losing sight of our ideals will lead us to attain the virtues desired by God.

The powerful effect a virtuous person has on others is the most significant evidence that moral excellence is the driving force behind righteous and worthy actions.

In the book of Proverbs, chapter 31, verses 10 to 31, describes a woman who represents goodness, truth, justice, wisdom, prudence, beauty, temperance, faithfulness and kindness, among other virtues, which are of significant influence in her family environment to build peace, harmony, prosperity and stability in her home.

“Who will find a virtuous woman? For her esteem far surpasses that of precious stones”, we read at the beginning of the biblical passage, revealing to us that we all potentially possess such virtues and the capacity to take our values to their maximum point of perfection.

Being willing to do so, aware of what we long for, maintaining a permanent desire for growth and improvement without losing sight of our ideals will undoubtedly lead us to attain the virtues of the one who was called blessed.

This is achieved with the presence of the Holy Spirit in our lives, without whom nothing is possible and who brings the divine essence that empowers us and transforms us in a delicate but evident way. Also is achieved with God’s will, who by choosing us endows us with all the necessary elements to be fully transformed into his likeness and with our human effort, which, although modest and imperfect, already has the heavenly imprint from our new birth.

For it is not enough to “do good,” as this passage points out, the virtues surpass all works of personal effort. As Holy Scripture points out, the virtues are the proper blessings and manifestation of Christ.

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