Bajo el concepto de la ética debemos aprender a diferenciar lo bueno de lo malo y aplicarlo en nuestra vida cotidiana
¿Qué nos pasó a los seres humanos?
¿En qué momento dejamos de aplicar en nuestra vida social los códigos de la moral?
Desde antes de la era cristiana la ética ya existía como un modelo de conducta, ésta se define como “parte de la filosofía que reflexiona sobre lo que está bien o está mal”.
La moral es una norma de conducta universal que guía u orienta nuestra conducta, de este modo, podemos distinguir lo que es bueno de lo que no lo es, lo correcto de lo incorrecto.
Primero fue el Pentateuco (antiguo testamento) y luego la fe cristiana, la que vino a perfeccionar la conducta humana con la cual el hombre transitó por muchos siglos hasta llegar a dos experiencias de inmoralidad que fueron castigadas por Dios: el período previo al diluvio y la destrucción de Sodoma y Gomorra.
En ambos casos se advertía la desviación humana hacia una conducta contraria a las enseñanzas del creador.
En nuestros días, la práctica de la moral está sujeta a la interpretación humana y sus gobiernos. Ese desfase de falsos criterios de libertad, están erosionando la mente, la conciencia y la moral del hombre moderno; ahora a lo bueno lo llamamos malo y a lo malo lo consideramos bueno, como dice la misma Sagrada Escritura.
Por eso, la ética no debe de ser una simple rama de la filosofía, sino una genuina forma de vida que puede ser aplicada en nuestra vida cotidiana, en todos los actos, decisiones y comportamientos, bien sea en el trabajo, en los grupos religiosos, en los gobiernos, en los centros escolares, en la forma en que nos relacionamos con nuestros seres queridos o con las demás personas, así como en la relación con el medio ambiente.
Es gracias al respeto de todos estos principios y reglas que creamos las condiciones adecuadas para convivir en sociedad. La ética es ese deber moral innato en todo ser humano, es una conducta universal en la que el hombre coincide con una forma de conducta, aunque en muchos lugares la inmoralidad sea ya una forma de vida promovida por los gobiernos.
El fundamento de la ética queda establecido en las palabras del Señor Jesucristo: “Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, así también haced vosotros con ellos” (Mateo 7:12).
La regla de la vida
Este precepto es la regla de la vida, que se compone por: Verdad, Justicia o Equidad y Bondad, por tanto, si la existencia de Dios es negada, entonces la moralidad y la ética automáticamente desaparecen; la conducta humana caería bajo la esclavitud de un relativismo moral interminable.
Allí quitarle la vida bajo anestesia a un niño de tres años porque sea paralítico (Eutanasia de hoy día), pudiera ser visto como un bien moral. Necesitamos, pues, una ética de valores morales absolutos, que regule la conducta recíproca de los hombres, o que mis deberes ciudadanos no sean establecidos por estadísticas que pueden ser manipuladas para probar cualquier cosa, sino por la verdad, equidad y compasión del carácter del creador.
The morale that has left us
Under the concept of ethics, we must learn to differentiate right from wrong and apply it in our daily lives.
What happened to us human beings?
At what point did we stop applying moral codes in our social life?
Before the Christian era, ethics already existed as a model of conduct; it is defined as “part of the philosophy that reflects on what is right or wrong.”
Morality is a universal standard of conduct that guides or orients our behavior; thus, we can distinguish what is good from what is not good and what is right from what is wrong.
First, it was the Pentateuch (Old Testament) and then the Christian faith, which came to perfect human conduct with which man went through many centuries until reaching two experiences of immorality that God punished: the period before the flood and the destruction of Sodom and Gomorrah.
In both cases, the human deviation toward conduct contrary to the creator’s teachings was noticed.
Nowadays, the practice of morality is subject to human interpretation and governments. This gap of false criteria of freedom is eroding the mind, conscience and morals of modern man; now we call good evil and evil we consider reasonable, as the Holy Scripture itself says.
Therefore, ethics should not be a superficial branch of philosophy, but a genuine way of life that can be applied in our daily lives, in all our actions, decisions and behaviors, whether at work, in religious groups, in governments, in schools, in the way we relate to our loved ones or other people, as well as in our relationship with the environment.
Thanks to respecting all these principles and rules, we create adequate conditions to live together in society. Ethics is moral duty innate in every human; it is universal conduct in which man coincides with a form of behavior. However, in many places, immorality is already a way of life promoted by governments.
The foundation of ethics is laid in the words of the Lord Jesus Christ: “All things whatsoever ye would that men should do to you, do ye even so to them” (Matthew 7:12).
The rule of life
This precept is the rule of life, which is composed of Truth, Justice, Fairness and Goodness; therefore, if the existence of God is denied, then morality and ethics automatically disappear; human behavior would fall under the bondage of an endless moral relativism.
There, taking the life of a three-year-old child under anesthesia because he has paralysis (today’s Euthanasia) could be considered a moral good. We need, then, an ethic of absolute moral values, which regulates the reciprocal conduct of men, or that my duties as a citizen are not established by statistics that can be manipulated to prove anything but by the truth, equity and compassion of the creator’s character.