El principio Bíblico nos enseña que dar honra nos ennoblece y eleva nuestro nivel espiritual, ya que implica vencer nuestro orgullo al reconocer la importancia y la jerarquía de las personas y de los valores.
Dar honra y honor de corazón, no sólo en apariencia, por obligación o por el interés en las promesas en relación con ellas, nos ayuda a entender el orden maravilloso de la creación, la relevancia de sus miembros y la necesidad de nuestra alma de mostrar respeto, consideración y aprecio en lo público y en lo privado, a nosotros mismos, nuestros cónyuges, nuestros progenitores y a nuestras autoridades.
Sin embargo, este mandato se cumple en activo, es decir, se demuestra con acciones concretas como el amor a sí mismo, el amor y el respeto al prójimo y la obediencia a las autoridades establecidas dentro del diseño de Dios; no levantando falsos testimonios, no dañando reputaciones sin tener evidencias, no deshonrar ni aún al caído, honrando la magnificencia de la creación de Dios, cuidándola y siendo buenos administradores, manteniendo muy en alto nuestra capacidad de aceptación hacia lo que debe ser estimado y dimensionado a cabalidad.
Finalmente honrar los valores que son los rectores de nuestra conducta, honrar lo que es verdadero, digno y honesto; no ponernos del lado de la mentira ni de la deshonestidad porque estaríamos honrando lo malo y a su fuente.
No es fácil, pero el Espíritu Santo nos fortalece para lograrlo. Es parte de nuestro crecimiento espiritual.
The honor
The Biblical principle teaches us that giving honor ennobles us and elevates our spiritual level, since it implies overcoming our pride by recognizing the importance and hierarchy of people and values.
Giving honor from the heart, not only in appearance, by obligation or by the interest in the promises in relation to them, helps us to understand the wonderful order of creation, the relevance of its members and the need of our soul to show respect, consideration and appreciation in public and private, to ourselves, our spouses, our parents and our authorities.
However, this mandate is actively carried out, that is, demonstrated with concrete actions such as love of self, love and respect for neighbor and obedience to the authorities established within the God’s design; not raising false testimonies, not damaging reputations without having evidence, not dishonoring even the fallen, honoring the magnificence of God’s creation, caring for it and being good administrators, keeping very high our acceptance capacity towards what should be estimated and dimensioned fully.
Finally honoring the values that are the guiding principles of our conduct, honoring what is true, worthy and honest; not to side with lies or dishonesty because we would be honoring evil and its source.
It is not easy, but the Holy Spirit strengthens us to do it. It is part of our spiritual growth.