Todos tenemos derecho de lograrla, sin importar la edad, la familia y las circunstancias
Nunca habíamos estado más alejados del verdadero concepto de la felicidad que ahora, cuando la mercadotecnia nos ha enseñado que ésta viene envuelta en un paquete, está en un lugar o la puedes alcanzar a través de una transacción.
Aunque nos hace sentir felices ir de compras, poder regalar algo a un ser querido o salir de vacaciones, no podemos concluir que el estado de felicidad plena lo vamos a encontrar con hacer eso, pues es momentáneo, y en ese círculo vicioso de adquisición sólo podemos llegar a acumular frustración.
La felicidad es un estado de armonía y plenitud que obtiene el ser humano cuando a alcanzado su objetivo, por eso la felicidad es relativa y es una conquista personal, a la que todos tenemos derecho sin importar la edad, la familia de origen y las circunstancias que nos rodean.
La felicidad consiste en alcanzar una buena calidad de vida, para que podamos vivir con alegría e ilusión. Se logra al estar en paz con Dios, hacer su voluntad y tener un corazón que le ame y le busque.
La felicidad la alcanzamos cuando elegimos perdonar y soltar las heridas del pasado para volver a brillar.
No todo es color de rosa
Sin embargo, necesitamos comprender que en la vida no siempre todo va a salir tal y como esperamos, a veces vendrán situaciones que pondrán a prueba nuestro nivel de madures para enfrentar las circunstancias.
Por eso está muy relacionada con el agradecimiento, alguien que agradece está enfocado en lo que tiene y en el aprendizaje de cada momento que vive.
De hecho, la felicidad para los hijos de Dios es muy contraria a lo que nos enseñan y esto lo vemos en el sermón del Monte cuando Jesús enseñó que felices son los de espíritu sencillo, los que están tristes, los humildes, los que desean hacer la voluntad de él, los misericordiosos, los que tienen limpia conciencia, los que trabajan por la paz, sufren persecución, los insulten o persigan.
Por eso la felicidad no se compra, se conquista.
You cannot buy happiness; you have to conquer it.
We all have the right to achieve it, regardless of age, family and circumstances
We have never been further away from the actual concept of happiness than now when marketing has taught us that happiness comes in a package, is in a place or can be achieved through a transaction.
Although it makes us feel happy to go shopping, to be able to give a gift to a loved one or go on vacation, we cannot conclude that we will find a state of complete happiness by doing that because it is momentary and in this vicious circle of acquisition we can only accumulate frustration.
Happiness is a state of harmony and abundance that the human being obtains when he has reached his objective. That is why happiness is relative and a personal conquest, to which we all have the right regardless of age, a family of origin and the circumstances surrounding us.
Happiness consists of achieving a good quality of life so we can live with joy and illusion. It is achieved by being at peace with God, doing His will and having a heart that loves and seeks Him.
Happiness is achieved when we choose to forgive and let go of past wounds to shine again.
Not everything is rosy
However, we need to understand that in life, not always everything will go as we expect; sometimes, situations will come that will test our level of maturity to face the circumstances.
That is why it is closely related to gratitude; someone who is grateful is focused on what he has and on learning from every moment he lives.
Happiness for the children of God is contrary to what we are taught. We see this in the Sermon on the Mount when Jesus taught that happy are those who are simple in spirit, those who are sad, the humble, those who desire to do his will, the merciful, those who have a clear conscience, those who work for peace, suffer persecution, are insulted or persecuted.
That is why happiness cannot be bought; it needs to be conquered.