“Todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse”
Santiago 1:19 NTV
En el libro de Santiago encontramos el principio más importante de la comunicación: escuchar.
Dentro del matrimonio la comunicación es el oxígeno, que permite a la pareja tener esos momentos de sintonía para establecer acuerdos, expresar sentimientos y otras cosas más. En nuestra experiencia como consejeros matrimoniales, hemos visto que uno de los problemas más comunes en las parejas es la comunicación, la frase “Siento que él / ella no me escucha” ha sido la queja más frecuente. El problema es que muchas veces creemos que oír y escuchar significa lo mismo, que sentarme a oír las quejas de mi cónyuge es igual a sentarme a escucharlo, cuando la diferencia es muy significativa.
Oír es un acto pasivo e involuntario en el que percibo los sonidos alrededor, mientras que escuchar es un acto voluntario y activo que me lleva a querer comprender el mensaje que el otro quiere transmitir.
Escuchar a mi cónyuge implica salir de mi propio punto de vista y empatizar con sus emociones, esto hará que el otro tenga un ambiente de confianza en el que pueda expresarse libremente.
A continuación te voy a dejar unos consejos básicos para que pases de oír a escuchar a tu pareja:
1. Muestra interés en la conversación, haz preguntas que te ayuden a entender mejor lo que el otro quiere decir. Al mismo tiempo cuida tu postura, recuerda que el lenguaje no verbal es el 50% de la comunicación.
2. No mires tu celular mientras conversan temas importantes, recuerda que la relación más importante es la que tienes con tu familia, todo lo demás puede esperar cuando tienes las prioridades en orden.
3. Válida las emociones del otro, no hay nada más frustrante para tu cónyuge que minimices lo que está sintiendo.
Aprender a escuchar a tu cónyuge te va permitir experimentar una relación sana y fuerte. Las relaciones, al igual que las plantas, hay que cultivarlas y regarlas y para que funcionen, es necesario darle a nuestra relación lo que necesita, de tal manera que crezca y a su vez, nos haga crecer.
The difference between hearing and listening
“All of you should be quick to listen, slow to speak, and slow to become angry.”
James 1:19 NTV
In the book of James, we find the most important principle of communication: listening.
Within marriage, communication is the oxygen that allows the couple to have those moments of harmony to establish agreements, express feelings, and more. In our experience as marriage counselors, we have seen that one of the most common problems in couples is communication, the phrase “I feel that he/she does not listen to me” has been the most frequent complaint. The problem is that we often believe that hearing and listening means the same thing, that sitting and listening to my spouse’s complaints is the same as sitting and listening to them when the difference is significant.
Hearing is a passive and involuntary act in which I perceive the sounds around me, while listening is a voluntary and active act that leads me to understand the message the other person wants to convey.
Listening to my spouse implies going out of my point of view and empathizing with their emotions; this will give the other person an atmosphere of trust in which they can express themself freely.
Here are some essential tips to help you move from hearing to listening to your partner:
1. Show interest in the conversation, and ask questions to help you better understand what the other person wants to say. At the same time, take care of your posture; remember that non-verbal language is 50% of communication.
Don’t look at your cell phone while discussing essential topics; remember that the most important relationship with your family, everything else, can wait until you have your priorities in order.
Validate each other’s emotions; there is nothing more frustrating for your spouse if you minimize what they are feeling.
Listening to your spouse will allow you to experience a healthy and robust relationship. Relationships, like plants, need to be cultivated and watered, and for them to work, it is necessary to give our relationship what it needs so that it grows and, in turn, makes us grow.