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El respeto a las personas con discapacidad

Examinemos nuestros corazones e ideas, y veamos qué tan incluyentes somos

Todas las personas somos dignas de respeto y cuando este no se otorga, incurrimos en una falta de integridad.

Los seres humanos que por alguna circunstancia tienen alguna discapacidad física o mental, además del respeto, son merecedoras de nuestro apoyo y empatía, así como de todos los derechos y trato equitativo por parte de las leyes y autoridades. Sin embargo, no siempre es así…

¿Por qué?

Debemos examinar con el mismo cuidado nuestros corazones e ideas, pues es evidente un gran rezago en la inclusión social de estas personas que desarrollan habilidades diferentes y se encuentran luchando contra un marco jurídico muy atrasado, mismo que los soslaya y les muestra insensibilidad.

Debemos preguntarnos también cómo están sus corazones lastimados por las injusticias y la exclusión, no permanezcamos indiferentes. Los hijos de Dios debemos dar ejemplo de amor y misericordia, mostrando con acciones concretas que estamos más interesados en las almas que en la funcionalidad de los cuerpos.

Jesucristo trató con inmensa ternura y compromiso a los enfermos, ciegos y lisiados, sanó a todos los que buscaron su ayuda, los trató con amor, dignidad, igualdad y respeto, considerándolos espíritu, alma y cuerpo.


Respect for people with people with disabilities

Let’s examine our hearts and ideas and see how inclusive we are

All people are worthy of respect, and when consideration is not given, we incur a lack of integrity.

Human beings who, for some reason, have a physical or mental disability, in addition to respect, deserve our support and empathy, as well as all the rights and equal treatment by laws and authorities. However, this is not always the case.

Why?

We must examine our hearts and ideas with the same care because there is a significant lag in the social inclusion of these people who develop different abilities and are struggling against a very backward legal framework, the same that shuns them and shows them insensitivity.

We must also ask ourselves how their hearts are hurt by injustice and exclusion; let us not remain indifferent. We, the children of God, must give an example of love and mercy, showing with concrete actions that we are more interested in souls than bodies’ functionality.

Jesus Christ treated the sick, the blind and the disabled with immense tenderness and commitment; he healed all who sought his help and treated them with love, dignity, equality and respect, considering their spirit, soul and body.

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